5 de maig del 2010

Profesora enferma

Vergonzosa, denigrante, bochornosa, humillante, escandalosa, vulgar, burda, cateta, insolente, desconsiderada, zafia, ruda, inculta, ilógica, descarada, injuriosa, atrevida, tosca, impresentable… No sé con qué adjetivo definir la intervención de Gloria María Tomás, profesora del Departamento de Bioética de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), en el marco de una conferencia impartida en la Universidad de Alicante (UA). Según ella, la homosexualidad es una enfermedad que tiene cura. Casualmente, el obispo de la diócesis de Alicante-Orihuela, en enero del 2008, opinaba abiertamente, en la prensa local, que “la homosexualidad normalmente es una enfermedad, nadie quiere ser homosexual”. Curiosa coincidencia, ¿verdad?

Me parece carpetovetónico que en el año 2009 esta individua se atreva a decir, así, tranquila e impunemente, que los homosexuales somos enfermos. Y mi pregunta es: ¿de dónde se ha sacado eso? Pienso que una afirmación tan cavernícola como la esgrimida es muy grave por muchas razones, pero fundamentalmente porque miente en nombre de la ciencia, y esto me parece ya el colmo. Hasta donde yo sé, hace ya casi veinte años que la Organización Mundial de la Salud (OMS) dejó de considerar la homosexualidad como una enfermedad. ¿Por qué, entonces, se cree esta sujeta con derecho a pontificar lo contrario? Digo yo que si fuera un trastorno podríamos pedir la baja médica, ¿no? O mejor: como se supone que es un mal crónico e irreversible, tendríamos derecho a solicitar la incapacidad permanente, ¿no es cierto? ¡Por favor y por favor!

Ya que ella no ha dudado en decir las sandeces que todos sabemos que ha dicho, no quiero dejar de pedirle que, por favor, abandone la docencia —dedíquese a cualquier otra cosa menos a enseñar; semejantes palabras la desacreditan totalmente para ejercer esta magnífica y gratificadora profesión— y deje de confundir la velocidad con el tocino. Porque es indecente que una profesora universitaria (incluso de una universidad privada y religiosa como es la UCAM), que se supone formada, respetuosa y con valores e ideas acordes al siglo en el que vivimos, diga los disparates que ha dicho y, por consiguiente, esté transmitiendo en las aulas opiniones no sólo tan retrógradas y pretéritas, sino científicamente inciertas, que es todavía mucho peor.

Ante comentarios tan intolerantes, irracionales y equívocos, sólo cabe recordar que el respeto a la diversidad comienza en uno mismo, y la señora Tomás, como docente, debería potenciar y difundir unas actitudes deferentes con los derechos democráticos y humanos. No sólo no lo ha hecho, sino que, además, ha insultado y ofendido públicamente a muchas personas. Por lo visto, no conoce esta mujer el sabio dicho de en boca cerrada no entran moscas. Al menos, lo mínimo que podría hacer es aprendérselo y, sobre todo, aplicárselo. Vamos, digo yo.

Zero, 119 (julio de 2009)

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada