Vergonzosa, denigrante, bochornosa, humillante, escandalosa, vulgar, burda, cateta, insolente, desconsiderada, zafia, ruda, inculta, ilógica, descarada, injuriosa, atrevida, tosca, impresentable… No sé con qué adjetivo definir la intervención de Gloria María Tomás, profesora del Departamento de Bioética de
Me parece carpetovetónico que en el año 2009 esta individua se atreva a decir, así, tranquila e impunemente, que los homosexuales somos enfermos. Y mi pregunta es: ¿de dónde se ha sacado eso? Pienso que una afirmación tan cavernícola como la esgrimida es muy grave por muchas razones, pero fundamentalmente porque miente en nombre de la ciencia, y esto me parece ya el colmo. Hasta donde yo sé, hace ya casi veinte años que
Ya que ella no ha dudado en decir las sandeces que todos sabemos que ha dicho, no quiero dejar de pedirle que, por favor, abandone la docencia —dedíquese a cualquier otra cosa menos a enseñar; semejantes palabras la desacreditan totalmente para ejercer esta magnífica y gratificadora profesión— y deje de confundir la velocidad con el tocino. Porque es indecente que una profesora universitaria (incluso de una universidad privada y religiosa como es
Ante comentarios tan intolerantes, irracionales y equívocos, sólo cabe recordar que el respeto a la diversidad comienza en uno mismo, y la señora Tomás, como docente, debería potenciar y difundir unas actitudes deferentes con los derechos democráticos y humanos. No sólo no lo ha hecho, sino que, además, ha insultado y ofendido públicamente a muchas personas. Por lo visto, no conoce esta mujer el sabio dicho de en boca cerrada no entran moscas. Al menos, lo mínimo que podría hacer es aprendérselo y, sobre todo, aplicárselo. Vamos, digo yo.
Zero, 119 (julio de 2009)
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