3 d’agost del 2010

MADO 2010

Antes de entrar en materia, quiero comentar algunos aspectos sobre la ciudad de Madrid que me han llamado poderosamente la atención en mi última visita. En primer lugar, me parece acertadísima la peatonalización de calles tan céntricas e importantes como El Arenal o Fuencarral. ¡Cheapeau! En segundo lugar, también apruebo el mensaje siguiente, a modo de aviso a los conductores, en los paneles informativos del estado del tráfico: “SÁBADO 3, DÍA DEL ORGULLO GAY. CORTES EN CENTRO, USE TRANSPORTE PÚBLICO.” En tercer lugar —y aquí vienen los no tan buenos ya—, al pasar cada día por el parque de bomberos nº 1 —yo y los bomberos, como dice siempre mi novio—, en el barrio de Chamberí, no podía dejar de leer la enorme pancarta que decía: “Atención madrileños, 9 bomberos para 400.000 habitantes.” Y, curiosamente, los camiones estaban pintarrajeados por los propios profesionales con eslóganes del tipo: “+ bomberos, - asesores.” Por lo visto, Gallardón prometió aumentar la plantilla con 500 efectivos más a lo largo de la legislatura, promesa que, según parece, se ha quedado en agua de borrajas. Vergonzoso. Digo yo que, y por último ya, quizás no hay dinero para más bomberos porque se lo ha gastado el alcalde en el edificio del nuevo ayuntamiento, en la conocida plaza de Cibeles —donde, por cierto, las malas lenguas dicen que también quiere construir un restaurante en la parte alta— o en el soterramiento de una parte importante de la M-30, obra faraónica —yo diría gallardónica— con un claro sentido electoralista que, encima, está mal hecha, porque, según me cuentan, cada vez que llueve se inunda y, además, las salidas de emergencia en caso de incendio más bien escasean.
Y ahora ya sí, al tema. Hoy hace exactamente un mes que, por segundo año consecutivo, estuve en el Orgullo Gay y os puedo avanzar que me lo pasé genial. Vamos, con deciros que el año que viene, si no pasa nada, volveré a estar allí, en la manifestación más alegre, divertida, colorida y pacífica que jamás he visto, con eso os lo digo todo.
Yo sé que muchas y muchos pensáis que esta reivindicación es absurda y que no tiene ningún sentido salir a la calle y decir que somos gays, lesbianas, bisexuales o transexuales. Os diré que para mi es el día del año en el que mi orientación sexual no se tiene en cuenta negativamente; el día en el que puedo andar por una arteria tan importante de Madrid como es la Gran Vía —que, por cierto, está de cumpleaños: celebra el centenario— diciendo en voz alta lo que soy sin reparo y sin miedo; el día en el que puedo exponer al resto del mundo que no soy ni mejor ni peor, sencillamente que soy gay, pero lo puedo explicar sin tener que ocultarme. Porque hemos tenido que ganarnos a pulso el hecho de poder vivir libre y abiertamente nuestra sexualidad y de poder ser reconocidos y respetados socialmente, por el esfuerzo realizado y el logro de nuestro bienestar, por todo ello es por lo que estoy orgulloso y es por lo que me parece oportuna esta manifestación, que dicho sea de paso cada año congrega a más y más gente. Aprovecho la ocasión para pedir más presencia policial a lo largo del trayecto y, sobre todo, la delimitación del recorrido con vallas, de manera que tanto los manifestantes a pie, primero, como las carrozas, después, puedan discurrir mucho mejor.
Para las que y los que todavía pensáis que el Orgullo es solamente un desfile de carrozas llenas de musquilocas, bolleras y transexuales varias, a parte de que os equivocáis por completo, he de deciros que las fiestas, este año, se han prolongado durante diez días, del 24 de junio al 4 de julio, durante los cuales han tenido lugar una extensísima y variadísima serie de actividades de todo tipo, como conciertos, actuaciones, el certamen de Mr. Gay España, exposiciones (fotografía, escultura, pintura, moda, libros, gastronomía...), cine, teatro, juegos y un larguísimo etcétera que encontraréis detallado en el programa oficial MADO 2010 (www.madoweb.es). Es por lo completas que encuentro estas fiestas, por la época del año en la que se celebran y por la altísima participación de la ciudadanía por lo que quiero proponer al Ayuntamiento de Madrid que las declare las fiestas oficiales de la villa, más que las chulescas y taurinas de San Isidro en el todavía, a veces, frío mes de mayo.
Quiero centrarme ahora en el acto principal de estos festejos orgullosos, la manifestación —o exhibición, para los más escépticos— que cada año parte a las 18 h desde la Puerta de Alcalá, sigue hasta Cibeles, discurre por la Gran Vía, pasa por la Plaza de Callao y llega a la Plaza de España, donde tiene lugar la lectura oficial de un manifiesto. El lema de la de este año: “POR LA IGUALDAD TRANS.” Porque no olvidemos que quienes hace 41 años dijeron en un bar de Nueva York que bastaba ya de tanta discriminación y empezaron la revolución que precisamente conmemoramos cada año por estas fechas fueron, básicamente, mujeres trans. Les ha tocado el turno, por tanto, a las personas transexuales, y por eso AEGAL, FELGTB y COGAM, muy acertadamente desde mi punto de vista, declararon el 2010 como Año para TRANSformar. De ahí que las pancartas “TRANSformando familias” o “Políticas para TRANSformar” me parecieran tan originales como correctas.
Me gustaría reproducir aquí otros eslóganes que me resultaron llamativos. Por un lado, no pude evitar la emoción, con lágrima incluida, cuando vi carteles como “Detengan la ejecución de gays en Irán”, “EGIPTO: los hombres son sometidos a malos tratos por su homosexualidad. Amnistía Internacional”, “Amar no es delito” o “Amarse entre iguales no es tan diferente.” Cuanto menos, emotivos, ¿no? Los mensajes anticlericales, por otro lado, también tuvieron cabida, por qué no: “emPAPArse enferma” o “Papa o califa, pague su visita.” Pero, sin duda alguna, algunos de los mensajes más ocurrentes fueron, para mi gusto, los siguientes: “Normal es un programa de mi lavadora”, “Juego al fútbol mejor que ellos” o “A veces veo heterosexuales”, todos exhibidos en una carroza de lesbianas. Y el mejor, con diferencia: “Soy heterosexual y estoy aquí.” Más claro, el agua, ¿verdad?
La manifestación de carrozas es, como ya he dicho, un desfile de luz, color —yo diría multicolor, por las banderas del arco iris—, alegría, diversión, música, despelote, cuerpos impresionantes sin un solo pelo (los gabinetes de estética hacen su agosto por estas fechas), gafas de sol de lo más fashion y mucho más. Como cuesta describir algo que es tan espectacular y que hay que vivirlo para hacerse una idea de lo que es, lo mejor es que lo comprobéis vosotras y vosotros el año que viene, en vivo y en directo. No os arrepentiréis, seguro. Creedme: vale mucho la pena. Porque el Orgullo madrileño se ha convertido, más que en un sarao para el colectivo LGTB, en una fiesta por y para la convivencia, donde todo el mundo tiene cabida. Tal cual. Fiesta a la que, lógicamente, no puede faltar el famoseo gay(friendly). Pude ver a Antonia San Juan, Enrique del Pozo, José Manuel Parada y Karmele Marchante, y no estoy seguro si el showman que había en un balcón de la Gran Vía animando el cotarro era o no Juan el Golosina. Probablemente.
Tras la manifestación —con parada de 40 minutos o más que la organización debería corregir en futuras ediciones—, cena en el Foster’s Hollywood próximo a la concurrida calle Montera y, después, de marcha por Chueca —barrio especial, único, encantador como pocos en el mundo— hasta altas horas de la madrugada. Como diría mi madre, no nos acostamos tarde, sino más bien temprano.
Tampoco quiero extenderme mucho más. Podría continuar y no acabaría nunca. Por tanto, invito a quien no haya participado todavía en el MADO a que lo haga. Estoy seguro de que la realidad superará, con creces, esta simple descripción.
Antes de acabar, mi eterno agradecimiento:
A Ramón, uno de los mejores amigos de mi chico, por su hospitalidad. Invadimos tu casa y tu tranquilidad en el céntrico Chamberí y nos pusiste hasta mantel de Yves Saint Laurent. Tu paciencia es infinita. Mil gracias por todo.
A Esmeralda, divina siempre, por confiar en nosotros para revelarnos tu secreto. Sabes que te apoyamos y que te apoyaremos siempre. Cuenta con nosotros para lo que haga falta. Gracias también por colarnos en la selecta discoteca Studio 54, donde disfrutamos de lo lindo. Da recuerdos a los tinerfeños Enrique y Carlos y no olvides de que el año que viene nos tenemos que subir, los tres, en una carroza, ¿eh?
Al innombrable empresario de calzado ilicitano, por permitir que Óscar y yo disfrutáramos del Orgullo Gay madrileño como lo hicimos y estemos disfrutando del verano, como dirían mis amigos los gallegos, lo que no está en los escritos. ¡Ah!, el jamón de Navidad estaba exquisito. Será lo único que recordará mi novio de su paso por vuestra —me ahorro el adjetivo— zapatería.
Y ahora me toca ya callar. Y lo haré con una cita del alemán Karl Rahner, seguramente el gran teólogo católico del siglo XX: “conviene volver al silencio para saborear más la Palabra.” Él se refería, claro está, a la palabra de Dios. Yo, ateo y filólogo, a la estrictamente lingüística. Lo dicho, el año que viene, más y mejor. Ya callo.

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