Descubrí hace poco, a través de mi buena amiga y compañera Rosa, la página web de temática LGTBI www.dosmanzanas.com, que, por cierto, os recomiendo que visitéis porque creo que os va a gustar. A mi me ha encandilado. Todas las noticias relacionadas con mi colectivo están aquí recogidas. No falta ni una.
Como no podía faltar la que paso a comentar ahora yo aquí. Por lo visto, ha causado furor en España. No es para menos: es, como diría la guapa Carmen Alcayde, «muy fuerte, muy fuerte, muy fuerte.» Me refiero al fragmento del programa La noche con Cuca, de Intereconomía TV, en el que llama un telespectador para anunciar su próximo enlace, en el mes de abril, con el que es su novio desde hace 7 años. Al colgar, la periodista del corazón despotrica todo lo que puede y más sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, y llega incluso a decir que «lo natural es que un hombre quiera a una mujer, y una mujer a un hombre.» En realidad, todo su discurso es escalofriante. Da miedo escuchar el capazo de barbaridades, sandeces e idioteces que llega a decir esta señora en tan pocos minutos. ¡Terrorífico!
Al ver el vídeo, he experimentado una serie de sentimientos contrapuestos: desde pena y lástima, por un lado, a vergüenza, rabia y asco, por otro, pasando por incredulidad, recelo y desconfianza, todo ello mezclado con una tristeza enorme. Mi pregunta es muy clara: ¿quién es ella para poner en duda que la unión de un hombre con otro hombre no es un matrimonio? ¿Quién? La respuesta es obvia: nadie. No es nadie. Y, aunque le sepa mal a Cuca, desde el año 2005 existe una ley en nuestro país que permite contraer matrimonio, sí, matrimonio, mal que le pese, a las personas del mismo sexo. Esa misma ley que el señor Rajoy no tiene claro si mantendrá o no en caso de que llegue al poder.
Y ahora añado yo: ¿quién es el señor Rajoy para quitarme a mi un derecho, el de casarme con quién me de la gana? ¿Quién? O sea que él, si llega a presidente del gobierno, me deja casarme con una mujer, pero con un hombre no, ¿es así? ¿Y por qué? ¿No soy yo quién me caso? Pues yo decido con quien lo hago, yo, y no él. Y no hay más que hablar. Para hacer la declaración de la renta en primavera y pagar los altísimos impuestos de mi ciudad (gobernada, cómo no, por el Partido Popular), sí que soy un ciudadano más, un ciudadano cualquiera, de primera, ¿no? Y para contraer matrimonio con la persona a la que amo, ¿qué soy?
Me hierve la sangre con este tema. Y luego dicen que no hay que hacer ruido el día del Orgullo Gay. Ruido no, alboroto. Porque no sé donde viven Cuca, Rajoy y Ana Botella, que si no me pongo en el portal de sus casas a reivindicar mis derechos de igualdad con una olla y un cucharón.
Es la hipocresía personalizada en estas personas conservadoras y dictatoriales que no son capaces de avanzar acorde con el tiempo, como le pasa a la Iglesia católica. Es el despotismo y la homofobia con piernas y disfraz de demócrata. Es -utilizaré los mismos adjetivos que le dediqué en su día a una profesora del Opus Dei de la Universidad Católica San Antonio de Murcia-, vergonzoso, denigrante, bochornoso, humillante, escandaloso, vulgar, burdo, cateto, insolente, desconsiderado, zafio, rudo, inculto, ilógico, descarado, injurioso, atrevido, tosco, impresentable... que toda esta gente de derechas que piensa así tenga esta opinión tan retrógrada y carpetovetónica de la homosexualidad, de los gays, las lesbianas, l@s bisexuales, l@s transexuales y l@s intersexuales. Como muy bien dice el texto introductor del vídeo en la página recomendada, es simplemente revelador de su pobreza moral. O dicho con otras palabras, se descalifican a si mismos. Ellos y ellas que tienen fe lo entenderán mejor que yo: ¡Que dios les pille confesados y confesadas!
No saben el daño que hacen gratuitamente. Ni se lo imaginan. Por eso, lo que recomiendo a la señora Cuca García de Vinuesa, al señor Mariano Rajoy y a toda esta troupe es que vean la película Prayers for Bobby (2009). No sufran, tiene subtítulos en castellano. Quizás así se den cuenta del mal que profesan no sólo pensando así, sino verbalizándolo públicamente como lo hacen. Y tampoco estaría de más que tuvieran algún hijo, hija, nieto o nieta gay, lesbiana, bisexual, transexual o intersexual. Sabrían entonces lo que vale un peine...
Como no podía faltar la que paso a comentar ahora yo aquí. Por lo visto, ha causado furor en España. No es para menos: es, como diría la guapa Carmen Alcayde, «muy fuerte, muy fuerte, muy fuerte.» Me refiero al fragmento del programa La noche con Cuca, de Intereconomía TV, en el que llama un telespectador para anunciar su próximo enlace, en el mes de abril, con el que es su novio desde hace 7 años. Al colgar, la periodista del corazón despotrica todo lo que puede y más sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, y llega incluso a decir que «lo natural es que un hombre quiera a una mujer, y una mujer a un hombre.» En realidad, todo su discurso es escalofriante. Da miedo escuchar el capazo de barbaridades, sandeces e idioteces que llega a decir esta señora en tan pocos minutos. ¡Terrorífico!
Al ver el vídeo, he experimentado una serie de sentimientos contrapuestos: desde pena y lástima, por un lado, a vergüenza, rabia y asco, por otro, pasando por incredulidad, recelo y desconfianza, todo ello mezclado con una tristeza enorme. Mi pregunta es muy clara: ¿quién es ella para poner en duda que la unión de un hombre con otro hombre no es un matrimonio? ¿Quién? La respuesta es obvia: nadie. No es nadie. Y, aunque le sepa mal a Cuca, desde el año 2005 existe una ley en nuestro país que permite contraer matrimonio, sí, matrimonio, mal que le pese, a las personas del mismo sexo. Esa misma ley que el señor Rajoy no tiene claro si mantendrá o no en caso de que llegue al poder.
Y ahora añado yo: ¿quién es el señor Rajoy para quitarme a mi un derecho, el de casarme con quién me de la gana? ¿Quién? O sea que él, si llega a presidente del gobierno, me deja casarme con una mujer, pero con un hombre no, ¿es así? ¿Y por qué? ¿No soy yo quién me caso? Pues yo decido con quien lo hago, yo, y no él. Y no hay más que hablar. Para hacer la declaración de la renta en primavera y pagar los altísimos impuestos de mi ciudad (gobernada, cómo no, por el Partido Popular), sí que soy un ciudadano más, un ciudadano cualquiera, de primera, ¿no? Y para contraer matrimonio con la persona a la que amo, ¿qué soy?
Me hierve la sangre con este tema. Y luego dicen que no hay que hacer ruido el día del Orgullo Gay. Ruido no, alboroto. Porque no sé donde viven Cuca, Rajoy y Ana Botella, que si no me pongo en el portal de sus casas a reivindicar mis derechos de igualdad con una olla y un cucharón.
Es la hipocresía personalizada en estas personas conservadoras y dictatoriales que no son capaces de avanzar acorde con el tiempo, como le pasa a la Iglesia católica. Es el despotismo y la homofobia con piernas y disfraz de demócrata. Es -utilizaré los mismos adjetivos que le dediqué en su día a una profesora del Opus Dei de la Universidad Católica San Antonio de Murcia-, vergonzoso, denigrante, bochornoso, humillante, escandaloso, vulgar, burdo, cateto, insolente, desconsiderado, zafio, rudo, inculto, ilógico, descarado, injurioso, atrevido, tosco, impresentable... que toda esta gente de derechas que piensa así tenga esta opinión tan retrógrada y carpetovetónica de la homosexualidad, de los gays, las lesbianas, l@s bisexuales, l@s transexuales y l@s intersexuales. Como muy bien dice el texto introductor del vídeo en la página recomendada, es simplemente revelador de su pobreza moral. O dicho con otras palabras, se descalifican a si mismos. Ellos y ellas que tienen fe lo entenderán mejor que yo: ¡Que dios les pille confesados y confesadas!
No saben el daño que hacen gratuitamente. Ni se lo imaginan. Por eso, lo que recomiendo a la señora Cuca García de Vinuesa, al señor Mariano Rajoy y a toda esta troupe es que vean la película Prayers for Bobby (2009). No sufran, tiene subtítulos en castellano. Quizás así se den cuenta del mal que profesan no sólo pensando así, sino verbalizándolo públicamente como lo hacen. Y tampoco estaría de más que tuvieran algún hijo, hija, nieto o nieta gay, lesbiana, bisexual, transexual o intersexual. Sabrían entonces lo que vale un peine...
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